sábado, 27 de febrero de 2010

21 DE MARZO DE 2010. Jn 8,1-11

Esta perícopa 7,53-8,11, que contiene el episodio de la adúltera, aunque ciertamente conserva un relato muy primitivo, no pertenece al Evangelio de Juan. No se encuentra en los mejores testigos del texto, en los codd. que la contienen no ocupa siempre el mismo lugar, el vocabulario que en ella aparece no corresponde al de Jn, y ningún Padre griego la comenta. Un documento la atribuye al Evangelio de Lucas. Por esta razón no la vamos a comentar.

14 DE MARZO DEL 2010. Lc 15,1-3. 11-32.

1-3. Respuesta masiva de los considerados como descreídos o irreligiosos, los que no observaban la Ley (5,27-32) (1). Crítica de los fariseos (5,30; 7,34); comer con ellos, signo de amistad, intolerable para la teología farisea (7,34); se ventila el principio de si Dios ama o no a los pecadores, es decir, a los que no observan la Ley, y, en último termino, a los paganos; en otras palabras, si pone o no como condición para su amor practicar una religiosidad intachable.

11-32. El contenido de esta parábola sobrepasa el de las dos anteriores. El hijo primogénito, figura de Israel/los fariseos; el hijo menor, de los “pecadores”/paganos. El pequeño es el hombre sin ley; el mayor, el observante escrupuloso (29).
La experiencia convence al hijo pequeño de su error y lo obliga a recapacitar (17.19). Vuelta del hijo: el padre no lo espera en casa, sale a su encuentro (20); no lo deja acabar la frase que tenía preparada (18s.21); la enorme alegría se manifiesta en el derroche de acogida y de fiesta (22s).
El hijo mayor, en cambio, que ha condenado a su hermano (30), es incapaz de alegrarse por su vuelta. No sabe ser hijo; sirve a su padre y no sabe que todo lo del padre es suyo; vive en su propia casa como un siervo. Jesús retrata la actitud de los fariseos; no se parecen en nada a Dios, porque no saben amar como él (6.36); ponen su orgullo solamente en la observancia; para ellos, Dios no es Padre, sino dueño.

7 DE MARZO DE 2010. Lc 13,1-9.

1-5. Noticias del día. Las explosiones de violencia o los desastres que ocurren no significan el castigo de los culpables, que permitiría tranquilizar la conciencia de los demás. La injusticia que existe en la sociedad es obra de todos y, si cada uno no la corrige en el terreno personal, la sociedad va a la ruina. El primer ejemplo (2s) se refiere a galileos, probablemente nacionalistas exaltados; el segundo (4s), a gente de Jerusalén. Necesidad del cambio de vida.


6-9. El desastre anunciado antes (“todos pereceréis también”) no puede conjurarse indefinidamente. La viña es figura de Israel (Is 5,1ss; Ez 17,6ss; Sal 80,9). La higuera estéril que impide a la viña dar fruto (esquilmar) representa a la institución religioso-política judía, que va a ser destruida (cf. 20,16). Tres años (7), el plazo definitivo; pero interviene la misericordia: última oportunidad (8). El viñador, figura de Jesús: va a continuar su labor, esperando una respuesta.

domingo, 14 de febrero de 2010

28 DE FEBRERO DEL 2010. Lc 9,28-36.

El éxodo del Mesías. 28-36. Ocho días (“seis” en Mt 17,1 y Mc 9,2, aludiendo a la creación del hombre) en relación con el mundo definitivo, la tierra prometida inaugurada con la muerte-resurrección de Jesús (“siete”, número de la creación visible: “ocho”, más allá de esta creación). Menciona a Juan antes que a Santiago (cf. 8,51; no en 5,10; Mt 17,1; Mc 9,2): en Lc, Pedro y Juan serán protagonistas en la primera comunidad.

Oración de Jesús: los tres discípulos más señalados deben comprender la índole de su mesianismo (9,21) (28s). El monte, cf. 6,12. Dos hombres (30), Moisés y Elías, que aparecerán de nuevo (24,4; Hch 1,10); representan la Ley y los profetas (el AT); que conversaban con él, como Moisés con Dios en la tienda, para recibir instrucciones (Éx 34,35); la validez o caducidad de los escritos del AT se juzga a partir de Jesús; éxodo (31): liberación definitiva, la muerte-resurrección, a partir de Jerusalén (centro que ejerce la opresión); así se cumplirá lo anunciado en el AT.

Sueño de los discípulos (32), como antes de la Pasión (22,45): aferrados al nacionalismo judío, se desentienden del contenido de la visión, no quieren saber de la muerte de Jesús. Pedro quiere asegurar la permanencia de Moisés y Elías; intenta integrar el mesianismo de Jesús en las categorías del AT (tres chozas, alusión a la fiesta de las Chozas, de carácter fuertemente mesiánico) (33).

La nube (34), símbolo de la presencia divina; reacción, el miedo, como en el AT (cf. 1,13.30; 2,10; 5,10). La voz del cielo corrige a Pedro: sólo han de escuchar a Jesús; el AT no puede dirigirse directamente a los discípulos, sino sólo a través de Jesús (35). Los discípulos no quieren que otros sepan eso (36).

domingo, 7 de febrero de 2010

21 DE FEBRERO DEL 2010. Lc 4,1-13

La mención del Espíritu y la del Jordán ponen a las tentaciones en estrecha conexión con el bautismo. Las tentaciones descubren por contraste las opciones incluidas en el compromiso de Jesús, quien muestra su fidelidad a ellas. El Enemigo, el diablo, personifica la oposición implacable al plan salvador, que intenta desviar a Jesús de su programa mesiánico, (1s). Cuarenta días, se reducen a escala individual los 40 años del camino de Israel hacia la tierra prometida; representan el tiempo de la actividad de Jesús; éste comienza el nuevo éxodo (el Espíritu lo fue llevando), que culminará con su muerte (9,31); en el relato evangélico, “el diablo” está representado por actores humanos (cf. 4,34.41). Lc no utiliza el término religioso “ayuno”, sino la frase neutra estuvo sin comer; hambre, deseo de manifestar su absoluta fidelidad a los hombres y al Padre; su alimento es la entrega total (cf. 22,8.15).

Primera tentación. Hijo de Dios (3), alusión a la voz del cielo (3,22); tentación: que el Mesías utilice su poder para calmar su hambre, es decir, para renunciar a su entrega, evitando la muerte. Respuesta (4), Dt 8,3 (más breve que en Mt 4,4): no es el pan que se obtiene el único que da vida al hombre (vida física), es sobre todo el pan que se entrega (alusión a la eucaristía, 22,19), el don de la propia persona (vida definitiva).

Segunda tentación (tercera en Mt), presentada como visión. El mundo (5), el ámbito del reino de Dios (Sal 2,8s). No es Dios, sino el diablo, quien confiere el dominio y el poder (contra Dn 4,14); Jr 27,5; Sab 6,3; Job 36,7). Tentación: ofrece el imperio universal; quiere que Jesús se erija en Mesías político y dominador (6). Condición: reconocer por dios al enemigo del hombre, renegando del verdadero Dios (7). Respuesta (8), Dt 6,13: la ambición de dominio y gloria equivale a la idolatría. La salvación se efectuará por el servicio, no por el dominio (cf. 9,25).

Tercera tentación (segunda en Mt), en Jerusalén, en el templo (9, cf. 2,41-46, último episodio de la infancia: 9,31, punto de partida de su éxodo/muerte). Con la Escritura (Sal 91,11 y 12), el diablo incita a Jesús a cumplir una acción irresponsable, poniendo a prueba la fidelidad de Dios. Respuesta (12), Dt 6,16 (cf. Is 7,12): no se puede dudar de esa fidelidad (cf. Lc 23,46).

Las tres tentaciones las compendian todas (13), y Jesús las supera. La tentación culminará en el Monte de los Olivos. También los discípulos habrán de sufrirla (22,40.46). Por un tiempo: el diablo volverá a la carga (cf. 22,3.31).

14 DE FEBRERO DEL 2010. Lc 6,17.20-26

Presentación del programa del Reino. 17b-18. Gran muchedumbre, cf. Ez 47,10 LXX (la gran muchedumbre de peces que los pescadores han de pescar, cf. 5,10; Mc 3,7b-8); pueblo, término técnico para designar al Israel histórico, el antiguo pueblo elegido; llegan de toda Palestina, de la capital, centro de la institución, y de la diáspora (Tiro, Sidón).
Como Jesús ha roto con la institución judía y ha creado un Israel paralelo (los Doce), esperan la restauración de Israel. Lo aceptan como maestro (18: a oírlo), en lugar de los maestros oficiales; buscan la integridad humana (curaciones); espíritus inmundos, ideologías destructoras. Fuerza (19) del Espíritu (4,14-36; 5,17). Antes de hablar, quita los obstáculos al mensaje (espíritus inmundos) y capacita físicamente al hombre para responder a él (curaciones), cf. 6,6-11.

Primera parte del sermón del llano (cf. Mt 4,25-8,1) dirigida a los discípulos. Propone dos horizontes, uno de felicidad (20-23), el otro de desdicha (24-26). Invirtiendo los valores de la sociedad. A una situación presente (pobreza/riqueza) corresponde la contraria en el futuro.
Los pobres sufren (21), pero en el reino de Dios (la nueva sociedad) saldrán de esa situación (el cambio se hará mediante la práctica del mensaje de Jesús). Los ricos se desentienden de ese dolor (25); al excluirse del reino de Dios, su futuro será la miseria y el llanto. Inversión de la situación social, según lo anunciado por María (1,51-53), pero no por la violencia ni por la imposición.
Persecución contra los que optan por la pobreza, por parte de la sociedad cuyas bases minan; alegría, pues este género de vida los lleva a la plenitud humana (por causa del Hombre). Recompensa, el reinado que Dios ejerce sobre ellos. La persecución, sello de autenticidad (22s). La aprobación de la sociedad significaría que habían falseado el mensaje (26). Pobres: los que optan por construir una sociedad justa, eliminando la causa de la injusticia, la riqueza; ricos: los que quieren mantener la injusticia. Dios está con los primeros.
La pobreza que se padece en la sociedad, y que comporta hambre y dolor, no tiene más salida verdadera que la sociedad alternativa a la que invita Jesús (el reino de Dios); buscar la solución en la riqueza es condenarse a la miseria futura.

7 DE FEBRERO DEL 2010. Lc 5,1-11

Llamada del Grupo Israelita.
Tercera sección del Evangelio (5,1-6,11). Terminada la sección introductoria (1,5-2,52), que ha presentado a Juan y a Jesús, y la sección consagrada a esbozar la misión de Juan Bautista y de Jesús Mesías (3,1-4,44) y ha dejado abierta la actividad de este último, comienza el cuerpo del relato evangélico. Este empieza con la llamada de Israel (5,1-11). Siguen dos episodios en los que se anuncia la supresión de toda discriminación religiosa (5,12-16: leproso) y la salvación universal (5,17-26: paralítico). En paralelo/contraste con la llamada del grupo israelita se presenta la de Leví (5,27-28), personificación de los excluidos de Israel, secundada masivamente por los que están en esa situación (recaudadores y descreídos) y criticada abiertamente por los instalados en el sistema (los fariseos y los letrados) (5,29-32). Jesús proclama el cambio de alianza y su absoluta novedad respecto de la antigua (5,33-39). Dos perícopas finales señalan la abolición del precepto del sábado (6,1-5) y de la Ley misma, instrumento de opresión (6,6-11).

1-11. Sólo Lc usa el término Lago en lugar de “mar” de Galilea; para Mt, Mc y Jn, “el mar” de Galilea indica la salida/éxodo del territorio judío hacia los paganos, en Lc el punto de partida del éxodo es Jerusalén (Hch 1,8). El mensaje de Dios (1), el del reinado de Dios (4,43: cf. 4.18-21). También él, pescadores (2), cf. Ez 47,8-10.
La orden de Jesús (4) vale para Simón y sus compañeros (vuestras redes). Jefe (5), gr. epistatés, el encargado que tiene autoridad sobre un grupo; traduce el término “rabbí” (no usado por Lc), que denota al que enseña la Ley según la tradición (en boca de los discípulos: 5,5; 8,24.45; 9,33.49; de los leprosos: 17,13; los no discípulos llaman a Jesús “Maestro”; y así se llama él mismo: 22,11). El término “jefe” muestra el concepto que Pedro se ha formado de Jesús al escuchar su enseñanza. Noche (5), “tiniebla”, “sombra”, opresión (1,79; 2,8); el esfuerzo es inútil.

Pesca extraordinaria (6). Pedro reconoce la autoridad divina de Jesús (8, postración, Señor). Apártate de mí, lit. “sal de mí”, usado antes para los demonios (4,41); Pedro, que no observa la Ley (4,38), se siente indigno/impuro ante Jesús (pecador/descreído) y teme (cf. 10: No temas). Jesús no hace caso de sus palabras (10: cf. 5,32). Pescar hombres vivos, lit. “salvar personas de un peligro” (Nm 31,15.18; Dt 20,16); Lc juega con este significado manteniendo la alusión a la pesca. Desde ahora cambio radical de vida. La invitación vale para todos (11: lo siguieron); dejándolo todo, ruptura con el pasado. El tema se continuará en la elección de los Doce (6,12ss) y en la misión (9,1-6).

31 DE ENERO DEL 2010. Lc 4,21-30.

Reacción unánime y desfavorable. El gr. martyreó, con dativo, significa aquí testimoniar/declararse en contra (cf. Mt 23,31) (22). El discurso trataba de la gracia (determinado), del favor de Dios (19) para judíos y paganos. La pregunta: ¿No es éste el hijo de José?, no se refiere a la filiación natural, de la que no dudaban (cf. 3,23), ni al oficio (no mencionado en Lc), sino a la semejanza con José en ideas y comportamiento (cf. 2,48s): lo que dice Jesús no corresponde a la postura bien conocida de José; Jesús no ha salido a “su padre” (3,23: se pensaba que era hijo de José”).
Jesús interrumpe el discurso (23) e interpreta los sentimientos del público: Médico, cúrate tú: antes de ocuparse de los males de los demás hay que remediar los propios: hay que empezar a liberar a Israel, Nazaret (nacionalismo), esa Cafarnaún (despectivo, por estar mezclados judíos y paganos): quieren que la actividad salvadora de Jesús se ejerza solamente en beneficio de Israel (aquí, en tu tierra); oposición a que beneficie también a los paganos (Lc anticipa lo que expondrá en episodios posteriores). La actitud exclusivista los cierra al mensaje. Jesús acusa: lo que está sucediendo en Nazaret no es más que un caso particular de lo que sucede a todo profeta. Israel es el pueblo que rechaza a los profetas y, en consecuencia, también a Jesús; la incredulidad impide la acción de Dios (24). Ya en el pasado Dios envió a los profetas (Elías y Eliseo) a otros pueblos, en detrimento de Israel (25-27).
Segunda reacción, de extrema violencia (28s). Antes que renunciar a su nacionalismo, quieren matar al enviado de Dios. Su ciudad, construida sobre el monte, alusión a Jerusalén y al templo: la actitud de los habitantes de Nazaret es la de la institución judía. Autoridad y libertad de Jesús (30). Emprendió el camino, la ejecución de su programa, desafiando la hostilidad.

24 DE ENERO DEL 2010. Lc 1, 1-4; 4,14-21

La obra de Lucas consta de dos partes, el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. La enseñanza y actividad de Jesús en el Evangelio permite enjuiciar las tendencias existentes en la Iglesia primitiva que aparecen en Hechos.
Prólogo del Evangelio (1,1-4): Supone la existencia de evangelios anteriores (entre ellos el de Mc, utilizado por Lc), escritos conforme a una tradición viva en la comunidad cristiana (nos transmitieron), procedente de los testigos oculares que fueron reconocidos como depositarios auténticos del mensaje. El hecho de haberse decidido a investigarlo todo de nuevo y con rigor revela que las “exposiciones” precedentes no respondían plenamente a las circunstancias de la comunidad de Lucas y, posiblemente, que algunas de ellas eran tendenciosas. Escribir de forma conexa, exponer el desarrollo de los hechos poniendo de relieve la secuencia lógica de los acontecimientos. Teófilo, “el querido por Dios”, representa probablemente a la comunidad a la que Lc se dirige. Propósito de Lc: confirmar la autenticidad del mensaje recibido.
Lc 4,14-21. Jesús, portador del Espíritu. Primera actividad, la enseñanza. Éxito: aceptación entusiasta en Galilea (14s). Escena programática en Nazaret, en contraste con el resto de Galilea. Nazaret representa los círculos nacionalistas fanáticos del pueblo judío. Conocían a Jesús y esperan que compartan sus ideales.
Según su costumbre (16) remite a su enseñanza (15): va a exponer en Nazaret lo mismo que en el resto de Galilea, pero va a encontrarse con el fracaso. Toma la iniciativa; él mismo busca el pasaje de Is 61,1s (18s), que se interpretaba en sentido mesiánico (profeta-Mesías). Combinando textos (incluye Is 58,6: a poner libertad a los oprimidos), describe Lc la misión liberadora de Jesús, el Ungido por el Espíritu. En primer lugar, anunciar a los pobres el fin de su condición miserable (cf. 1,51-53; 2,10s); cautivos, ciegos, los oprimidos (1,79; Is 9,1s; 29,18ss; 35,5; 42,7; 60,1ss). Alusión al año jubilar (19: el año favorable del Señor), en que se cancelaban las deudas y se ponía en libertad a los esclavos (Lv 25); el antiguo uso se convierte en símbolo de liberación. Relación del pasaje con los cánticos del Servidor (Is 42,1.7), antítesis de la violencia y del nacionalismo particularista (Is 42,4; 49,6; 51,4) y que libera con su pasión y muerte (Is 52,13-53,2). Se explica así la omisión intencionada (20: enrolló el volumen, cortando el pasaje) del final de Is 61,2: “el día del desquite del Señor nuestro Dios”, referido a la victoria sobre los paganos, y de su aplicación a Sión (Is 62,3). Se sentó, postura del maestro.
Tensa expectación (20), la lectura del texto mutilado, presentación programática, espera una explicación. En su pueblo había tenido aceptación (2,52), por pensarse que era hijo de José (3,23); ha llegado ahora acompañado de una nueva fama (4,14), por propia iniciativa ha leído un texto clásico de la expectación mesiánica, pero omitiendo el final. Jesús comienza el discurso aplicándose a sí mismo el pasaje del profeta: él es el Mesías liberador, se abre la era de la salvación, pero ésta es universal, no excluye a los paganos (21).

17 DE ENERO DEL 2010. Jn 2, 1-11

La antigua alianza, simbolizada por la boda en que falta el vino, va a ser sustituida por la nueva, en la que se dará el vino del Espíritu (Cant 1,2; 7,10; 8,2: el vino, símbolo del amor). Es decir, Jesús va a inaugurar una nueva relación del hombre con Dios, que no estará mediatizada por la Ley (1,17), sino creada por la posesión del mismo Espíritu de Dios, impulso de vida/amor, que hace al hombre/hijo semejante a Dios/su Padre. Jesús, el nuevo Esposo (1,15.30) o centro de la nueva comunidad humana, anuncia el cambio, que tendrá lugar cuando llegue su hora, la de su muerte (4).
Se completa la sucesión de días (1,29.35.43). Al tercer día (1) = dos días después. Sumando estos dos días a los cuatro antes mencionados, resulta que Jesús va a desarrollar su actividad el día sexto, el de la creación del hombre (Gn 1,26-31); este símbolo temporal indica que la obra de Jesús va a dar remate a esa creación. La expresión al tercer día (pasado mañana) alude también a Éx 19,10.11.15.16, donde anuncia la teofonía del Sinaí (Éx 20,1-21; Jn 2,11) y a Os 6,2; al tercer día nos resucitará y viviremos en su presencia. Así, el día sexto será el mismo tiempo el de la creación terminada, el de la alianza nueva en que el Espíritu sustituirá a la Ley (1,17) y el de la resurrección o vida definitiva.
Jesús no pertenece a la antigua alianza, asiste a la boda como invitado. La madre si pertenece, pero reconoce al Mesías y espera en él; expone a Jesús la situación (2-3). Jesús le indica la necesidad de romper con el pasado (4); su obra no se apoya en las antiguas instituciones, trae una novedad radical. Nunca un hijo llamaba mujer a su madre; la madre, mujer casada o esposa (Mt 1,20.24; 5,32; Mc 10,2), representa, bajo la figura de la esposa de Dios, al pueblo fiel de la antigua alianza (19,26; 4,21; 20,15) que espera el cumplimiento de las promesas (figura femenina en paralelo con la masculina de Natanael, 1,48). Ella exhorta a los que colaboran con Jesús a ser fieles a la nueva alianza (Éx 19,8; 24,37) (4-5).
Las tinajas de piedra (6) , en el centro de la narración, representan la Ley (Éx 31,18; 32,15; Dt 4,3, etc.: tablas de piedra); ésta representa a un Dios susceptible que rompe por cualquier motivo su relación con el hombre (impureza), ocultando el amor de Dios; obsesiona al hombre con su indignidad y le promete restablecer la relación del hombre con Dios (purificación). No contienen agua (las llenarán por orden de Jesús), la promesa de purificación es falsa. Seis, número de lo incompleto y provisional.
Al hacer llenar las tinajas de agua (7) indica Jesús que él va a dar la verdadera purificación. El maestresala o jefe del banquete (8) es figura de los dirigentes de Israel. Jesús ordena que saquen de las tinajas y le ofrezcan. Al ofrecérsela, el agua se convierte en vino (el amor produce la purificación y da acceso a Dios) (9).
El maestresala no reconoce el don mesiánico (10), el del amor/Espíritu que une al hombre con Dios (1,17). Protesta del orden en que se dan los vinos: lo antiguo debe ser lo mejor; para él la situación pasada es la definitiva. No acepta el cambio de la alianza.
Jn anuncia una serie de señales que realizará Jesús. La de Caná es principio, prototipo y clave de interpretación de las que seguirán; ha manifestado la gloria/amor de Jesús, cuya experiencia funda la fe/adhesión a él.
Síntesis: La obra de Jesús va a consistir en dar al hombre una capacidad de amar (el Espíritu) que lo lleve a la plena personalización (semejanza con Dios). Esto creará una nueva relación entre Dios y el hombre, la de sintonía (Padre/Hijo), que infundirá una fuerza de vida que supera la muerte y hará innecesaria toda institución mediadora.
Los Israelitas fieles (la madre) pensaban que el Mesías había de renovar la alianza antigua, pero aceptan el cambio que Jesús propone. Los jefes religiosos, en cambio, rechazan de plano semejante cambio, que supondría la autonomía del pueblo y el fin de las instituciones que ellos manejan.
(7,3-9); los discípulos le han dado su adhesión. La convivencia pacífica es efímera (no por muchos días), la oposición abierta empezará pronto.

10 DE ENERO DEL 2010 Lc 3,15-16.21-22

Según Juan, un juicio distinguirá entre los que se enmienden y los que sigan practicando la injusticia (9). La enmienda es de índole ética y social; no consiste en observar la Ley, sino en compartir lo que se tiene.
A los impuros, marginados, Juan los acoge; no les pide que dejen su profesión, a pesar del estigma que llevaba encima, sino que dejen de explotar al pueblo. A los paganos les pide que eviten la injusticia.
Hay una pregunta popular sobre el papel de Juan (15). El pueblo, término técnico en Lc para designar a Israel, comprende la multitud y los recaudadores. El bautismo de agua no es el definitivo (16). Desatar la correa (Mc 1,7): se anuncia el tema del Esposo, la nueva alianza. Doble efecto del bautismo del Mesías: bautismo/juicio. Para los que se arrepienten, infusión de vida divina (espíritu); para los que no, castigo, destrucción total (fuego inextinguible, Is 66,24).
Se pensaba que el Mesías había de castigar a los enemigos de Israel (17); para Juan, Dios no distingue entre judíos y paganos: de todos exige solidaridad; su falta será motivo de castigo. Pero Jesús no se presentará como juez (7,18-20).
La actividad de Juan, buena noticia para Israel (18), interrumpida por la intervención de Herodes (19). Enfrentamiento con el poder (1 Re 21,17ss). La reacción del poderoso no es la enmienda, sino la violencia (19s).

3 DE ENERO DEL 2010 Jn 1, 1-18

Prólogo. Puede llamarse también síntesis introductoria o profesión de fe de la comunidad de Juan, que, en 1,14-16 (nosotros), habla de su experiencia cristiana, fruto de la actividad de Jesús. El prólogo resume en pocos trazos la realización del proyecto creador de Dios, que abre una época nueva en la historia humana. Por una parte, da claves de interpretación para el resto del Evangelio; por otra, sólo se puede penetrar su profundidad conociendo la obra de Jesús narrada después.
Introducción (1-2).El término griego logos sintetiza dos conceptos del AT: el de palabra/potencia creadora (Gn 1) y el de sabiduría creadora (Prov 8,22-24.27; Eclo 1,1.4-6.9; Sab 8,4; 9,1.9; Sal 104,24). El logos o Palabra formula el proyecto de Dios (sabiduría), que existe antes de la creación y la guía, y, en cuanto potencia, lo realiza. En v.1, la Palabra representa el proyecto formulado, cuyo contenido está expresado en 1c: la Palabra era Dios o, ateniéndonos al significado de la Palabra en este pasaje: un Dios era el proyecto. Este consistía, por tanto, en que el hombre tuviese condición divina, que fuese igual a Dios. El proyecto es la palabra divina absoluta y relativiza todas las demás palabras, en particular, las de la antigua Ley: a las diez palabras (decálogo) se opone la única palabra que las sustituye. Paralelamente, todos los ideales humanos propuestos en la antigua alianza quedan superados al conocerse en Jesús el verdadero proyecto de Dios sobre el hombre. Este proyecto, concebido en la mente divina, es personificado por Jn, quien lo presenta como el interlocutor de Dios. Expresa con esta especie de soliloquio divino (el proyecto se dirigía/interpelaba a Dios) una urgencia: la del amor de Dios por realizarlo.
La antigua humanidad. El rechazo del proyecto de Dios (3-10). Existe la actividad creadora del proyecto/palabra, que se traduce en comunicar la vida que contiene. Vida (= plenitud de vida), se opone a la existencia que no merece ese nombre; la plenitud de vida es la luz, la verdad del hombre (4). Consecuencia: no existe una verdad anterior a la vida ni independiente de ella: no hay más verdad que el esplendor de la vida misma; la aspiración a la vida plena guía al hombre, y la experiencia de ella le va descubriendo la verdad. Es decir, la verdad es la vida misma en cuanto se puede conocer, experimentar y formular. Donde hay vida, hay verdad; donde no hay vida, no hay verdad.
La luz/vida tiene un enemigo, la tiniebla, que pretende extinguir la luz (5). Es una entidad activa y maléfica: a la luz/vida se opone la tiniebla/muerte. La tiniebla aparece después de la luz (no como en Gn 1); es decir, la aspiración a la vida es componente del ser del hombre, por ser la vida el contenido del proyecto creador, del que el hombre es resultado. La tiniebla no se opone a la vida en sí misma, sino a la luz/verdad, a la vida en cuanto puede ser conocida. Es una antiverdad, una falsa ideología (8,44: la mentira) que, al ser aceptada, ciega al hombre, impidiéndole conocer el proyecto creador, expresión del amor de Dios por él, y sofocando su aspiración a la plenitud.
A pesar del esfuerzo por extinguirla, la vida/luz sirve de orientación y de meta a la humanidad. El hombre puede comprender qué significa una vida plenamente humana y a ella ha aspirado siempre, aun cuando por culpa de otros hombres tuviera que vivir sometido a una condición inhumana. Los dominados por la tiniebla son muertos en vida. En medio de la antigua humanidad y de la dialéctica luz/tiniebla se presenta Juan (6-8), mensajero enviado por Dios para dar testimonio a los hombres acerca de la luz/vida, avivando la percepción de su existencia y el deseo de alcanzarla; de rechazo, denuncia la tiniebla y su actividad. Su bautismo simbolizará la ruptura con la tiniebla.
La luz verdadera (9) se opone a las luces falsas o parciales, cuyo prototipo había sido la Ley (Sal 119,105; Sab 18,4; Eclo 45,17 LXX). La luz no sólo brilla (1,5), sino que ilumina, llega y pretende comunicarse a todo hombre: a pesar de las tinieblas y de las falsas luces, el hombre podía experimentar el anhelo de vida; la plenitud contenida en el proyecto creador se le presentaba siempre como ideal y meta. Su anhelo de vida y de plenitud era criterio para distinguir entre luces verdaderas y falsas. Pero la humanidad no reconoce el proyecto ni hace caso de la interpelación (10); aunque le era connatural, lo rechazó y con ello rechazó la vida. Dominada por las ideologías contrarias a la vida (la tiniebla/muerte), se negó a responder al ideal al que estaba destinada por la creación misma. Tal era su situación hasta la legada histórica de la Palabra: la ideología/tiniebla represora de la vida le quitaba hasta el deseo de la propia plenitud.
Centro del prólogo: El proyecto creador, realizado en la historia (11-13). En paralelo con la llegada de Juan Bautista, está la de Jesús. Él es el Hombre-Dios (3), el proyecto realizado, la palabra creadora, la vida (11,25; 14,6) y la luz (8,12; 9,5). Su presencia histórica se verificó en su propio pueblo (su casa), pero aquel pueblo no lo aceptó (11). Fracaso de la antigua alianza, que debía haber preparado a Israel para este momento. Se ha interpuesto la tiniebla, es decir, la ideología mantenida por la institución judía, la absolutización de la Ley y los principios nacionalistas (12,34.40). En su nombre se condenará a Jesús (19,7).
Hay quienes lo aceptan (12), sobre todo fuera de su pueblo, liberándose del dominio de la tiniebla. Ser hijo se demuestra con el modo de obrar (8,39; 5,19-20). La capacidad de ser hijos de Dios se confiere con el nacer de Dios; hacerse hijo indica el crecimiento, fruto de una actividad semejante a la de Dios mismo. Dios no anula al hombre, sino que colabora con él. La actividad del cristiano no es la de Dios en el hombre, sino la Dios con el hombre. Aceptar a Jesús consiste en darle la adhesión personal en su calidad de proyecto realizado y en aceptar la vida que comunica en cuanto palabra creadora. No pide Jn la adhesión a una ideología ni a una verdad revelada, sino a la persona de Jesús, el modelo y dador de vida que Dios ofrece a la humanidad.
La capacidad de hacerse hijos de Dios supone un nuevo acontecimiento. Éste, que se identifica con la recepción del Espíritu (3,5), procede de la muerte de Jesús (“sangre derramada”), del propósito de su actividad histórica (“carne”), de su propósito personal (“varón”), pero no en cuanto meros hechos humanos, sino en cuanto en ellos se expresa y se hace eficaz la Palabra/Proyecto, que es Dios (1,1) (13). Esta calidad/nombre de Jesús (12) es la que percibe el que le mantiene su adhesión.
La nueva humanidad (14-17). La comunidad (nosotros) que ha aceptado a Jesús habla de la llegada de éste en términos de experiencia, la propia de los que lo han aceptado y, con ello, han nacido de Dios.
El proyecto divino, la plenitud de vida, se ha realizado en un hombre sujeto a la muerte (hombre/carne) (14). Por vez primera aparece la meta de la creación: el Hombre-Dios. Su presencia se interpreta en clave de éxodo, es decir, de liberación de toda esclavitud: acampar hace alusión a la antigua Tienda del Encuentro, morada de Dios entre los israelitas durante su peregrinación por el desierto (Éx 33,7-10). En el nuevo éxodo, el lugar donde Dios habita es un hombre, Jesús. La gloria era el esplendor de la presencia divina, que, durante el éxodo de Israel, aparecía en particular sobre el santuario (Éx 40,34-38). Para la nueva humanidad en camino, la presencia activa de Dios resplandece en el hombre Jesús. No hay distancia entre Dios y los hombres; en Jesús, su presencia es inmediata para todos.
El hijo único es el heredero universal del Padre y todo lo que éste tiene le pertenece; el Padre le comunica su misma gloria, haciendo al Hijo igual a él. Su gloria es su plenitud de amor y lealtad (Éx 34,6): amor gratuito y generoso que se traduce en don/entrega y que no se desmiente ni falla nunca (lealtad). Como la luz es el resplandor de la vida, la gloria es el resplandor del amor leal. Si la vida es un dinamismo, su actividad es el amor: vivir es amar y amar es comunicar vida (14).
La comunidad narra el testimonio de Juan (15), que ve confirmado por su propia experiencia. Jesús llega después de Juan, pero se pone delante de él. La comunidad narra el testimonio de Juan, que ve confirmado por su propia experiencia. La Palabra/Sabiduría, ahora realizada en Jesús, estaba presente en el mundo desde el principio de la humanidad (1,4: “la luz del hombre”) y es la misma que existía ya “al principio” (1,1). Juan resume aquí, en sentido inverso, las tres etapas de la Palabra/proyecto: su existencia antes de la creación (existía primero que yo), su presencia en la humanidad (estaba ya presente antes que yo), su realización histórica en Jesús (el que llega detrás de mí).
Al nuevo éxodo y a la nueva alianza se invita a la humanidad entera. No desembocan, por tanto, en la formación de un nuevo pueblo, sino en la de una nueva humanidad. La comunidad tiene conciencia de pertenecer a ella.
Lo específico cristiano (todos nosotros) es la experiencia y participación del amor-vida que está en Jesús (16). El Hijo, heredero universal (14), hace a los suyos partícipes de su misma herencia. La prueba palpable de la realidad y de la acción de Jesús es el amor que existe en la comunidad; se muestra en una actividad como la suya, que lleva a realizar el designio divino, es decir, a trabajar por la plenitud humana.
La nueva comunidad humana existe en virtud de la nueva y directa relación del hombre con Dios (nueva alianza), inaugurada y hecha posible por Jesús (17). La antigua relación, mediada por la Ley mosaica, ha caducado. Gracias a la obra de Jesús pueden existir en los hombres el amor y la lealtad propios de Dios mismo (14); con ello culmina la obra creadora de Dios y se establece la nueva relación/alianza. La Ley era exterior, el amor es interior y transforma al hombre, haciéndose constitutivo de su ser (Jr 31,31-34; Ez 36,25-28). El código externo pierde su validez y su razón de existir.
Colofón (18). Moisés y todos los intermediarios de la antigua alianza habían tenido sólo un conocimiento mediato de Dios (Éx 33,20-23). Por eso la Ley no consiguió reflejar la realidad de Dios. Todas las explicaciones de Dios dadas antes de Jesús eran parciales o falsas: el AT era sólo anuncio, preparación o figura del tiempo del Mesías.
La teología del hombre-imagen de Dios queda superada; el proyecto creador sólo llega a su término con el Hombre-Hijo, a quien el Padre comunica su propia vida/amor. Únicamente Jesús, el Hijo único/amado, que tiene la condición divina, puede expresar lo que Dios es: el Padre que está total e incondicionalmente a favor del hombre, el que, por amor, le comunica su propia vida. Jesús lo explica con su persona y actividad. Él es el punto de partida, el único dato de experiencia de alcance del hombre para conocer al verdadero Dios. Toda idea de Dios que no corresponda a lo que es Jesús es un invento humano sin valor. Jesús es, de modo inseparable, la verdad del hombre y la verdad de Dios: manifiesta lo que es el hombre por ser la realización plena del proyecto creador, el modelo de Hombre; manifiesta lo que es Dios haciendo presente y visible el amor incondicional del Padre, al entregar su vida para dar vida a los hombres.