viernes, 1 de abril de 2011

Domingo 24 de abril del 2011. Jn 20,1-9.

EL DÍA PRIMERO. LA NUEVA CREACIÓN.
(Jn 20,1-31)

Introducción: El sepulcro vacío.
(Jn 20, 1-10)

20, 1. El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en tinieblas fue María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada.
2. Fue entonces corriendo a ver a Simón Pedro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo:
- Se han llevado al Señor del Sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
3. Salió entonces Pedro y también el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro.
4. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó, corriendo más de prisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
5. Asomándose vio puestos los lienzos; sin embargo, no entró.
6. Llegó también Simón Pedro siguiéndolo, entró en el sepulcro y contempló los lienzos puestos,
7. y el sudario, que había cubierto su cabeza, no puesto con los lienzos, sino aparte, envolviendo determinado lugar.
8. Entonces, al fin, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó.
9. Es que aún no habían entendido aquel pasaje donde se dice que tenía que resucitar de la muerte.
10. Los discípulos se fueron de nuevo a su casa.


EXPLICACIÓN.

1-10. Terminada la creación (19,30) y preparada la verdadera Pascua (19,31-42), comienza sin interrupción el nuevo ciclo: el de la creación nueva y la Pascua definitiva. Prescinde Jn del dato cronológico exacto, para subrayar que el tiempo mesiánico sigue inmediatamente a la muerte de Jesús. “El último día” de la cruz viene representado ahora como el primer día (1), que abre el tiempo nuevo. Por la mañana temprano indica un momento en que ya hay luz (18,28); dato inconciliable con todavía en tinieblas; pero en Jn la tiniebla designa la ideología contraria a la verdad de la vida (1,5; 3,19; 6,17; 12,35). María va al sepulcro creyendo que la muerte ha triunfado; espera encontrar el cadáver de Jesús. Alusión al Cantar 3,1, de la esposa: “lo busqué y no lo encontré”. La losa puesta habría sido el sello de la muerte definitiva (cf. 11,38s.41), pero la historia de Jesús no se ha cerrado.
Alarma de María (2). Avisa a los dos discípulos por separado; la muerte de Jesús ha provocado la dispersión (16,32). Conclusión de lo que ha visto: se han llevado al Señor. No entiende lo que era señal de vida (el sepulcro abierto); para ella, el Señor, muerto, está a merced de lo que quieran hacer con él. El plural no sabemos muestra a la comunidad desorientada.
Igual reacción de ambos discípulos, ir al sepulcro (3-4). Correr juntos, común adhesión a Jesús. Diferencia: el amigo de Jesús se adelanta a Pedro. Las dos veces que hasta ahora Pedro y el discípulo predilecto han aparecido juntos (13,23-25; 18,15ss) Jn ha dado la ventaja al segundo. Corre más de prisa el que ha sido testigo del fruto de la cruz (19,35). Pedro no concibe aún la muerte como muestra de amor y fuente de vida (12,24).
El discípulo ve puestos los lienzos (5), como sábanas en el lecho nupcial; ya no atan a Jesús (19,40). Distingue la señal de la vida, pero no la comprende. Deberían deducir que Jesús se ha marchado solo (cf. 11,44, de Lázaro: “Desatadlo y dejadlo que se marche”), pero no conciben que la vida pueda vencer a la muerte.
El discípulo no entra en el sepulcro, va a ceder el paso a Pedro. Después de las negociaciones de éste (18,15-17,25), es un gesto de aceptación y reconciliación. Pedro sigue al otro discípulo (6); el que es amigo de Jesús marca el camino. Ve también los lienzos puestos; descubre, además, el sudario, símbolo de muerte (11,44, de Lázaro), pero colocado aparte: envolviendo determinado lugar (7). La expresión es extraña, indicando un segundo sentido. “El lugar” denota en Jn el templo de Jerusalén (4,20; 5,13; 11,48) o, por contraste, el lugar donde se encuentra Jesús, nuevo santuario (6,10.23; 10,40, etc.). Aquí este “lugar”, separado del que es propio de Jesús, designa el templo. Al matar a Jesús han intentado suprimir la presencia de Dios; con ello han condenado su propio templo a la destrucción (cf. 2,19). La muerte, vencida por Jesús, amenaza sin remedio a la institución que lo condenó. No hay reacción de Pedro ante los signos.
Insiste Jn en la deferencia del otro discípulo (8: el que había llegado antes), que muestra una actitud de amor como la de Jesús. Al ver las señales, comprende: la muerte no ha interrumpido la vida, simbolizada por el lecho nupcial preparado. Ahora cree y ve así la gloria/amor de Dios (11,40), que da vida definitiva. Nuevo contraste entre los dos discípulos; sólo cree el segundo.
Jn se refiere al pasaje de Is 26,19-21 (9), al que aludía en 16,16: “Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis”, y en el que decía el profeta: “Resucitarán los muertos … el Señor va a salir de su morada”. No sabían que se ha producido el nacimiento del Hombre (16,21).
Los discípulos no hablan entre ellos ni comentan lo que han visto (10). Esto da a la escena un carácter de paradigma: Jn está describiendo el impacto de la muerte de Jesús en la comunidad y las disposiciones que el hecho de la resurrección encuentra en ella. De hecho, los discípulos no continúan la búsqueda de Jesús ni anuncian lo sucedido (se fueron de nuevo a su casa).

SÍNTESIS.

Jesús ha muerto, pero no es un cadáver. El sepulcro es un pasado que remite al presente. No se puede vincular la memoria de Jesús a un lugar determinado ni erigirle un monumento como a un difunto ilustre. Su historia no ha terminado. Dificultad en creer que la vida vence a la muerte.

Domingo 17 de abril del 2011. Mt 27,11-54

[11]Jesús compareció ante el gobernador, el cual lo interrogó: ---¿Eres tú el rey de los judíos? Contestó Jesús: ---Tú lo has dicho.[12]Pero, cuando lo acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no respondía nada.[13]Entonces le dijo Pilato: ---¿No oyes de cuántas cosas te acusan?[14]

Pero no respondió una palabra, con gran admiración del gobernador.[15]Por la Pascua acostumbraba el gobernador soltar a un prisionero, el que la gente quisiera.[16]Tenía entonces un preso famoso llamado [Jesús] Barrabás.[17]Cuando estaban reunidos, les preguntó Pilato: ---¿A quién queréis que os suelte? ¿A [Jesús] Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías?[18]Pues le constaba que lo habían entregado por envidia.[19]Estando él sentado en el tribunal, su mujer le envió un recado: ---No te metas con ese inocente, que esta noche en sueños he sufrido mucho por su causa.[20]Entre tanto los sumos sacerdotes y los senadores persuadieron a la multitud para que pidieran la libertad de Barrabás y la condena de Jesús.[21]El gobernador tomó la palabra: ---¿A quién de los dos queréis que os suelte? Contestaron: ---A Barrabás.[22]Respondió Pilato: ---¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías? Contestaron todos: ---Crucifícalo.[23]Él les dijo: ---Pero, ¿qué mal ha hecho? Sin embargo ellos seguían gritando: ---Crucifícalo.[24]Viendo Pilato que no conseguía nada, al contrario, que se estaban amotinando, pidió agua y se lavó las manos ante la gente diciendo: ---No soy responsable de la muerte de este inocente. Allá vosotros.[25]El pueblo respondió: ---Nosotros y nuestros hijos cargamos con su muerte.[26]

Entonces les soltó a Barrabás, y a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.[27]Entonces los soldados del gobernador condujeron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la cohorte.[28]Lo desnudaron, lo envolvieron en un manto escarlata,[29]trenzaron una corona de espinos y se la pusieron en la cabeza, y una caña en su mano diestra. Después, burlándose, se arrodillaban ante él y decían: ---¡Salve, rey de los judíos![30]Le escupían, le quitaban la caña y le pegaban con ella en la cabeza.[31]Terminada la burla, le quitaron el manto y le pusieron sus vestidos. Después lo sacaron para crucificarlo.[32]

A la salida encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a cargar con la cruz.[33]Llegaron a un lugar llamado Gólgota, es decir, Lugar de la Calavera,[34]y le dieron a beber vino mezclado con hiel. Él lo probó, pero no quiso beberlo.[35]Después de crucificarlo, se repartieron a suertes sus vestidos[36]y se sentaron allí custodiándolo.[37]Encima de la cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Éste es Jesús, rey de los judíos.[38]Con él estaban crucificados dos asaltantes, uno a la derecha y otro a la izquierda.[39]Los que pasaban lo insultaban moviendo la cabeza[40]y diciendo: ---El que derriba el templo y lo reconstruye en tres días que se salve; si es Hijo de Dios, que baje de la cruz.[41]A su vez, los sumos sacerdotes con los letrados y senadores se burlaban diciendo:[42]---Salvó a otros, y no puede salvarse a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él.[43]Se ha fiado en Dios: que lo libre ahora si es que lo ama. Pues ha dicho que es Hijo de Dios.[44]

También los asaltantes crucificados con él lo insultaban.[45]A partir de mediodía se oscureció todo el territorio hasta media tarde.[46]A media tarde Jesús gritó con voz potente: ---Elí, Elí, lema sabactani, o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?[47]Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban: ---A Elías llama éste.[48]Enseguida uno de ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio a beber.[49]Los demás dijeron: ---Espera, a ver si viene Elías a salvarlo.[50]Jesús, lanzando un nuevo grito, expiró.[51]El velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las piedras se partieron,[52]los sepulcros se abrieron y muchos cadáveres de santos resucitaron.[53]Y, cuando él resucitó, salieron de los sepulcros y se aparecieron a muchos en la Ciudad Santa.[54]Al ver el terremoto y lo que sucedía, el centurión y la tropa que custodiaban a Jesús decían muy espantados: ---Realmente éste era Hijo de Dios.


EXPLICACIÓN.

1- 2. La sesión de la mañana ratifica la sentencia. Para ejecutarla, lo llevan a Pilato.

3 - 10. Remordimiento de Judas. Treinta monedas de plata (26,14-16). La retractación del delator debía poner en cuestión el juicio celebrado antes. Los dirigentes no hacen caso (4), van a llevar adelante el proceso de Jesús. Judas ha sido sólo un instrumento. Su gesto es una denuncia. Ejecuta en sí mismo la sentencia (5; cf. 2 Sm. 17,23). Los sumos sacerdotes, minuciosos observantes de la Ley (Dt 23,18). El texto citado es de Zac 11,13. Mt lo atribuye a Jeremías (cf. Jn 18,2s; 32,7-9) para ponerlo en paralelo con 2,18: Judas, que representa el pueblo infiel a Dios y al Mesías, corresponde a los hijos de Raquel cuya muerte provoca el amargo lamento.

11 - 14. El gobernador está al tanto de la acusación, distinta de la de blasfemia propuesta en el tribunal judío (26,65). El rey de los judíos, cf. 2,2. El silencio de Jesús domina la escena. Expresa su ruptura con la institución judía y la aceptación de su muerte.

15 - 26. Propuesta de Pilato para poner en libertad a Jesús (16-18). Contraste entre los nombres (17). Los dirigentes judíos ven en Jesús un rival (18). Ante la traición de Israel, Dios habla al paganismo (19). Las multitudes, que nunca habían dado plena adhesión a Jesús, manipuladas por los dirigentes (cf. 12,43-45); arrastradas por ellos, van a ser cómplices en el asesinato del Mesías (21,39) y van a perder el reinado de Dios (21,43). Se ponen del lado de sus opresores; renuncian a toda la esperanza de liberación (20-23). El juez cede a la presión y comete la injusticia. El pueblo asume la responsabilidad de la muerte de Jesús (cf. Lv 20,9; Jos 2,19) (24-26).

27 - 32. Los soldados ridiculizan en Jesús la esperanza mesiánica de Israel. De hecho, éste ha rechazado al Mesías liberador: no le queda más que la esclavitud (27-31). Mientras Simón Pedro ha renegado de Jesús (26,69-75), Simón Cirineo carga con su cruz (32), según las condiciones del seguimiento (16,24). Cada uno de ellos corresponde a uno de los casos expuestos en 7,24-27.

33 - 44. Lugar de la ejecución (33). El vino con hiel, otra muerte de odio (cf. Sal 69,21s). Reparto de la ropa (Sal 69,21s). Reparto de la ropa (Sal 22,19). El letrero reproduce la acusación formulada por Pilato (27,11). La frase está construida en paralelo con la del bautismo y la transfiguración: Éste es mi Hijo (3,17; 17,5): el rey-Mesías designado por Dios. No el Mesías triunfador y guerrero, sino el Hombre que da su vida para liberar a todos los hombres (20,28). Bandidos (38) apelativo de los nacionalistas fanáticos. Los ultrajes (39-44): Primer grupo, la gente del pueblo (39-40) repite la acusación formulada en el juicio ante Caifás (26,61): Jesús, un peligro para la institución. La prueba de ser Hijo de Dios (cf. 4,3.6) sería librarse de la muerte; no conciben que Jesús dé su vida voluntariamente. Segundo grupo, los dirigentes (41-43). También ellos le echan en cara su impotencia; para ellos, la razón se muestra con la fuerza. Le piden el milagro (12,38). Con palabras del Salmo 22 se burlan de su confianza en Dios. Ellos han vencido, luego Dios está con ellos; descrédito del verdadero Dios (cf. 26,38). Tercer grupo, los compañeros de suplicio (44). Nadie comprende el sentido de su muerte, ven en ella la derrota.

45 - 56. Las tres horas de tinieblas (45) recuerdan los tres días de tinieblas sobre la tierra de Egipto (Éx 10,21s): éxodo liberador para la humanidad entera; al mismo tiempo, juicio de Dios, (cf. Am 8,9s; Jr 15,8s). La tiniebla anuncia la llegada del Hombre (26,64; cf. 24,29) (45). El grito de Jesús continúa la angustia de Getsemaní (26,38), por la ineficacia de su muerte para Israel (46). Interpretación equivocada o irónica del grito de Jesús (47-49). Ven en él la confesión de su fracaso y el deseo de ser liberado de la muerte. El odio de Israel lo acompaña hasta el último momento (vinagre, Sal 69,22). El grito (voz) estentóreo (50) al exhalar el Espíritu es de victoria, anuncia la efusión del Espíritu, del que había sido portador (59). La teofanía: la cortina del santuario es la misma humanidad de Jesús (nuevo santuario, cf. 26,51): la divinidad se manifiesta en Jesús. De arriba abajo, en la cruz se revelan como una sola cosa el Padre del cielo (arriba) y Jesús, el Dios con nosotros (abajo, cf. 1,23) Debilidad (muerte en cruz) y fuera (el Espíritu). El papel de los templos ha terminado. El temblor de tierra es consecuencia de la teofanía (cf. Éx 19,18; Sal 96,9.13s; 97,4). Con la efusión del Espíritu comienza el reinado de Dios (Sal 96,13s). Las rocas se rajaron:a partir de la muerte de Jesús no existe para los hombres más fundamento sólido para construirse que Jesús mismo y su palabra (7,24). La resurrección de muchos santos (Dn 12,2) (52) indica la llegada de los tiempos mesiánicos; no son personajes del AT (cf. 13,17), sino santificados por el Espíritu, que han recibido por seguir a Jesús. La ciudad santa no se refiere ya a Jerusalén (4,5), ciudad asesina (23,37-39), sino a la consagrada por el Espíritu, la comunidad cristiana (cf. 5,14), que adquiere la certeza de su propia resurrección (16,18).

El centurion y los soldados (54): el paganismo. Terror (cf. 17,6). La cruz es la revelación de Dios a los paganos. Las mujeres (55-56), desde lejos, como Pedro, seguían a Jesús (26,58): desconcierto y duda. La madre de los Zebedeos, que manifestó la ambición de gloria y poder (20,20s), no estará presente en la sepultura ni será testigo de la resurrección (27,61; 28,1).

Domingo 10 de abril del 2011. Jn 11,1-45.

SEXTA SECCIÓN: LA VIDA DEFINITIVA (11, 1-54)
Jesús y los discípulos: El temor de la muerte (11,1-17)
11, 1. Había cierto enfermo, Lázaro, que era de Betania, de la aldea de María y de Marta su hermana.
2. (María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con el pelo, y su hermano Lázaro estaba enfermo.)
3. Las hermanas le enviaron recado:
-Señor, mira que tu amigo está enfermo.
4. Al oírlo, dijo Jesús:
-Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios; así se manifestará por ella la gloria del Hijo de Dios.
5. Jesús quería a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6. Al enterarse de que estaba enfermo, se quedó, aún así, dos días en el lugar donde estaba.
7. Luego, después de esto, dijo a sus discípulos:
-Vamos otra vez a Judea.
8. Los discípulos le dijeron:
-Maestro, hace nada querían apedrearte los judíos, y ¿vas a ir otra vez allí?
9. Replicó Jesús:
-¿No hay doce horas de día? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
10. en cambio, si uno camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.
11. Esto dijo, y a continuación añadió:
-Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a despertarlo.
12. Le dijeron los discípulos:
-Señor, si se ha dormido, se salvará.
13. (Jesús lo había dicho de su muerte, pero ellos pensaron que hablaba de un sueño natural.)
14. Entonces Jesús les dijo abiertamente:
-Lázaro ha muerto,
15. y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que lleguéis a creer. Ea, vamos a verlo.
16. Entonces Tomás, es decir, Mellizo, dijo a sus compañeros:
-Vamos también nosotros a morir con él.
17. Al llegar Jesús, encontró que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

EXPLICACIÓN.
1-17. Lázaro y sus hermanas representan una comunidad de discípulos. Son de Betania, lugar figurado de la comunidad de Jesús (1,28; 10,40). La enfermedad de Lázaro representa la amenaza de la muerte física, de la cual no está exento el discípulo.
Es María la que ungirá a Jesús (12,1-3) (2). No hay petición explícita (3), sólo información: confianza en el amor de Jesús. Afecto y amistad, vínculo de Jesús con los suyos (tu amigo). La enfermedad de un discípulo no tiene por término la muerte (4), pues la vida comunicada con el Espíritu es definitiva; al ser percibida manifestará la gloria/amor de Dios y la de su Hijo (cf. 2,11), que es su presencia entre los hombres. Se insiste sobre el amor de Jesús (5). Sin embargo, él se retrasa deliberadamente, dejando que Lázaro muera. No es misión suya liberar al hombre de la muerte física, sino dar a ésta un nuevo sentido.
Judea (7) evoca la oposición a Jesús (4,1-3-47.54; 7,1; 10,22-39). Los discípulos tienen miedo por él (10,31.39) (8); para ellos, su muerte sería el final de todo y ha de ser evitada. Jesús responde a ese miedo (9-10); doce horas de día, duración de su actividad (el día sexto, cf. 2,1), que va a terminar con la resurrección de Lázaro y la decisión de matar a Jesús por parte de las autoridades; la luz, la posibilidad de trabajar; la noche, la cesación de su actividad. Para los discípulos, Jesús será la luz (8,12; 9,5) que les permita trabajar sin miedo.
Quitados los motivos de temor, expone la razón para ir a Judea (11). Lenguaje simbólico (se ha dormido), aunque conocido ( 1 Cor 7,39; 11,30; 15,6.18; 1 Tes 4,13); no es un mero eufemismo, porque la muerte no es definitiva. Como “hermano” (1,2), amigo era un modo de llamarse los cristianos en las comunidades joaneas. Jesús no puede abandonar al amigo. Los discípulos, en su temor, encuentran pretexto para disuadirlo de su propósito (12-13). Para ellos, salvarse significa evitar la muerte física; para Jesús, tener una vida que supera la muerte (3,16). No han comprendido la calidad de vida que comunica Jesús, siguen aferrados a la antigua concepción de la muerte. Jesús les aclara el sentido de sus palabras (14-15); no han alcanzado una fe plena. La resurrección de Lázaro, que anticipa la de Jesús, va a mostrarles el entero fundamento de la fe: percibirán todo el alcance del amor de Dios, viendo que la vida vence a la muerte.
La traducción del nombre de Tomás (16) muestra la importancia de su significado. Este se deduce de la frase de Tomás, que está dispuesto a morir “con Jesús” (no como Pedro, que estará dispuesto a morir “por Jesús”, 13,37); el que está dispuesto a seguir a Jesús hasta la muerte es el doble (mellizo) de Jesús. Tomás piensa que la muerte es inminente y, además, su horizonte acaba en ella. Llega al máximo de la adhesión dentro de la perspectiva humana, y ahí se detendrá (cf. 20,25) hasta que palpe la victoria de la vida sobre la muerte (20,27ss).
Se pensaba que la muerte era definitiva a partir del tercer día. Cuando llega Jesús, nadie puede dudar de que Lázaro está muerto (17). Pero además, la cifra cuatro indica la totalidad del tiempo; el sepulcro, la ausencia de vida (por eso Jesús sacará a Lázaro del sepulcro). Esta ha sido el destino de la humanidad desde el principio. La muerte de Lázaro ha sido asimilada por los suyos a la muerte de siempre, sin esperanza.


Jesús y Marta: La resurrección y la vida (11, 18-27)
11, 18. Betania estaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros,
19. y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por el hermano.
20. Al enterarse Marta de que llegaba Jesús, le salió al encuentro (María estaba sentada en la casa).
21. Dijo Marta a Jesús:
- Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano;
22. pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará.
23. Jesús le dijo:
-Tu hermano resucitará.
24. Respondió Marta:
- Ya sé que resucitará en la resurrección del último día.
25. Le dijo Jesús:
-Yo soy la resurrección y la vida; el que me presta adhesión, aunque muera, vivirá,
26. pues todo el que vive y me presta adhesión, no morirá nunca. ¿Crees esto?
27. Ella le contestó:
-Sí, Señor, yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

EXPLICACIÓN.
18-27. Betania es el lugar figurado de la comunidad de Jesús y se ha colocado hasta ahora más allá del Jordán (1,28; 10,40); esta otra Betania, sin embargo, está muy cerca de Jerusalén (18); la comunidad representada por los tres hermanos se encuentra dentro del territorio de Israel, es decir, aunque ha dado la adhesión a Jesús, no ha roto con la institución y modo de pensar judíos; de ahí nacen las falsas concepciones sobre la muerte y la resurrección y sobre la obra del Mesías.
Los judíos presentes en Betania (19) pertenecen a la institución enemiga de Jesús; sin embargo, dan muestras de amistad a esta comunidad de discípulos; no han visto en ellos una ruptura semejante a la de su Maestro.
El movimiento de Marta, cuyas creencias representan a las de la comunidad, responde al acercamiento de Jesús (20) que llega, aunque él no entra en la casa donde se expresa la solidaridad con la muerte. La frase de Marta (21) insinúa un reproche; ella cree que la muerte de su hermano ha interrumpido su vida. Esperaba una curación, sin darse cuenta de que la vida que Jesús les ha comunicado ha curado ya el mal radical del hombre: su esclavitud a la muerte. Primera de las cosas que sabe Marta (22; cf. 24), ambas por debajo del nivel de fe propio del discípulo: ve en Jesús un mediador infalible ante Dios, no comprende que Jesús y el Padre son uno (10,30) y que las obras de Jesús son las del Padre (10, 32.37). Espera una intervención taumatúrgica de Jesús, como la del profeta Eliseo (2 Re 4,8ss).
Jesús responde restituyendo la esperanza (23): la muerte de Lázaro no es definitiva; no atribuye la resurrección a una nueva acción suya personal, pues significa la persistencia de la vida comunicada con el Espíritu que efundirá en su muerte (6,39s). Marta interpreta las palabras de Jesús según la creencia farisea (24). Las palabras de Marta delatan una decepción (ya sé); ha oído lo mismo muchas veces. Para ella, como para los judíos, el último día está lejos; no comprende la novedad de Jesús.
Jesús no viene a suprimir o retrasar indefinidamente la muerte física, sino a comunicar la vida que él mismo posee y de la que dispone (5,26), su mismo Espíritu. En la frase de Jesús (25: yo soy la resurrección y la vida) el primer término depende del segundo: es la resurrección por ser la vida (14,6). La vida que él comunica, al encontrarse con la muerte, la supera; a esto se llama resurrección; no está reglada a un futuro, porque Jesús, que es la vida, está presente.
Para que la realidad de vida invencible que es Jesús llegue al hombre se requiere la adhesión, a la que él responde con el don del Espíritu, nuevo nacimiento a una vida nueva y permanente (3,3s; cf. 5,24). Expone Jesús (26) el principio que funda la afirmación anterior (cf. 8,51): para el discípulo, la muerte física no tiene realidad de muerte; la muerte, de hecho, no existe. Ésta es la fe que Jesús espera de Marta (¿Crees esto?). Marta responde con la perfecta profesión de fe cristiana (20,31); ya no es el Profeta (6,14), sino el Hijo de Dios, igual al Padre.
SÍNTESIS.
Se inaugura la etapa última y definitiva de la creación: para el que ha recibido el Espíritu de Dios no hay interrupción de vida, la muerte es sólo una necesidad física.

Jesús y María: El dolor por la muerte. (Jn 11,28-38a)
11, 28. Dicho esto, se marchó y llamó a María, su hermana, diciéndole en secreto:
-El Maestro está ahí y te llama.
29. Ella, al oírlo, se levantó de prisa y se dirigió adonde estaba él.
30. Jesús no había entrado todavía en la aldea, estaba aún en el lugar adonde había ido Marta a encontrarlo.
31. Los judíos que estaban con María en la casa dándole el pésame, al ver que se había levantado deprisa y había salido, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí.
32. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se le echó a los pies, diciéndole:
- Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
33. Jesús entonces, al ver que lloraba ella y que lloraban los judíos que la acompañaban, se reprimió con una sacudida
34. y preguntó:
-¿Dónde lo habéis puesto?
Le contestaron:
-Ven a verlo, Señor.
35. A Jesús se le saltaron las lágrimas.
36. Los judíos comentaban:
-¡Mirad cuánto lo quería!
37. En cambio, algunos de ellos dijeron:
-¿Y éste, que le abrió los ojos al ciego, no podía hacer también que este otro no muriese?
38a. Jesús entonces, reprimiéndose de nuevo, se dirigió al sepulcro.


EXPLICACIÓN.

28-38a. El recado a María en voz baja (28) delata la hostilidad que reinaba contra Jesús en los ambientes judíos. El Maestro, de cuyos labios va a oír María lo mismo que Marta. María, que representa a la comunidad apenada por la muerte, reconoce la llamada de Jesús (10,3s) (29-30). Los visitantes interpretan su salida como un nuevo impulso de dolor, como si el sepulcro la llamase (31); lo único que conciben es el llanto. Sin esperárselo, van a encontrarse con Jesús.
El dolor de María es más expresivo que el de Marta (32: se le echó a los pies). Palabras casi idénticas a las de su hermana; nuevo reproche implícito. La repetición subraya no ser misión de Jesús preservar a los suyos de la muerte natural. Jesús no le responde; el dolor de esta muerte no puede encontrar más consuelo que la vida misma.
María y los visitantes lloran desconsolados, por la inevitabilidad y definitividad de una muerte sin esperanza. Jesús se reprime; no quiere participar en esta clase de dolor. Diferencia entre el dolor desesperanzado de María, igual al de los judíos que no creen en Jesús, y el dolor sereno de Jesús mismo (35). Comentarios (36-37). Jesús va al sepulcro (38a) para manifestar la gloria/amor de Dios, que salva al hombre de una muerte irreparable.

Jesús y Lázaro: De la muerte a la vida (Jn 11, 38b-46)
11, 38b. Era una cueva y una losa estaba puesta en la entrada.
39. Dijo Jesús:
- Quitad la losa.
Le dijo Marta, la hermana del difunto:
-Señor, ya huele mal, lleva cuatro días.
40. Le contestó Jesús:
-¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
41. Entonces quitaron la losa.
Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo:
-Gracias, Padre, por haberme escuchado.
42. Yo sabía que siempre me escuchas, pero lo digo por la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43. Dicho esto, gritó muy fuerte:
-¡Lázaro, ven fuera!
44. Salió el muerto con las piernas y los brazos atados con vendas; su cara estaba envuelta en un sudario. Les dijo Jesús:
-Desatadlo y dejadlo que se marche.
45. Muchos de los judíos que había ido a ver a María y habían presenciado lo que hizo, le dieron su adhesión.
46. Algunos de ellos, sin embargo, fueron a ver a los fariseos y les refirieron lo que había hecho Jesús.

EXPLICACIÓN.

38b-46. Sepulcro-cueva (38b), de los patriarcas (Gn 49,29-32; 50,13), ligado a los orígenes del pueblo. Es el antiguo sepulcro, el de la muerte, donde todos han sido puestos, en oposición al sepulcro nuevo de Jesús, el de la vida, donde nadie había sido puesto todavía (19,41). Lázaro ha sido enterrado a la manera y según la concepción judía, “para reunirse con sus padres” (Gn 15,15). La losa, que cierra el paso, simboliza la definitividad de la muerte.
Jesús pide a la comunidad que se despoje de esa creencia (Quitad la losa) (39) que relega la resurrección al final de los tiempos, separando a los vivos de los muertos. Marta no ve diferencia entre la muerte de un discípulo y la que ha sufrido la humanidad desde siempre (cuatro días, cf. 11,17). Su fe (11,27) vacila ante la cruda realidad (ya huele mal). Jesús le reprocha su incredulidad (40); la vida que vence la muerte manifiesta la gloria/amor de Dios. Ante el reproche, la comunidad se decide a dejar su idea de la muerte (41: quitaron la losa).
El gesto de Jesús (41: levantó los ojos) muestra su comunicación con la esfera de Dios. Jesús no ora ni pide nada al Padre, le da gracias, porque el Padre se lo ha dado todo (3,35). Tiene conciencia permanente (siempre) de su relación con el Padre (42). El agradecimiento, expresión del amor. La fe de los presentes será efecto de la manifestación. Con su orden (43), saca a Lázaro del lugar de la muerte, que no le corresponde, pues el creyente sigue viviendo (11,25; 19,41). Como el hedor (39), también las vendas y el sudario (44) subrayan la realidad de la muerte física. Las piernas y los brazos atados muestran al hombre incapaz de movimiento y actividad. Paradoja: el que sale está muerto, pero sale él mismo, porque está vivo. La exhortación a quitarle las vendas invita a la comunidad a traducir en la práctica la nueva convicción de que el discípulo no está sometido al poder de la muerte.
Jesús no devuelve a Lázaro a la comunidad, lo deja marcharse, pero ya libre. El camino de Lázaro lleva al Padre, con quien está vivo. La narración escenifica el cambio de mentalidad frente a la muerte que Jesús les pide; son ellos los que lo han atado y a ellos les toca desatarlo. Como la losa encerraba al muerto en el pasado, en el sepulcro de Abrahán, las vendas le impedían llegar a la casa del Padre. Se describe dramáticamente la concepción judía del destino del hombre, que impedía a la comunidad comprender el amor de Dios manifestado en Jesús. No es que Lázaro tenga aún que irse con el Padre, son ellos los que tienen que dejarlo ir, comprendiendo que Lázaro está vivo en la esfera de Dios, en vez de retenerlo en su mente como un difunto sin vida.
Al desatar a Lázaro “muerto” son ellos los que se desatan del miedo a la muerte que los paralizaba. Se liberan todos de la esclavitud a la muerte. Sólo ahora, sabiendo que morir no significa dejar de vivir, podrá la comunidad entregar su vida como Jesús, para recobrarla (10,18).
Reacción natural, la adhesión a Jesús (45); mientras tenía miedo a la muerte, la comunidad no interpelaba ni se veía diferencia alguna entre los judíos y los discípulos de Jesús. Ahora, la comunidad es un testimonio de amor de Dios que libra al hombre del temor más profundo, raíz de todas las esclavitudes. En cambio, los incondicionales del orden injusto (46) dan la noticia a los fariseos, que controlan la situación (9,13). Que el hombre tenga vida y sea libre es para ellos motivo de inquietud.

SÍNTESIS.

El designio de Dios sobre el hombre es comunicarle una vida que cambia cualitativamente la que el hombre posee: vida que supera la muerte. Ésta seguirá siendo un hecho biológico, pero no señalará el fin.
La muerte como final de la vida es la expresión máxima de la debilidad humana, que incluye todas las demás debilidades y humillaciones. El miedo a la muerte como desaparición definitiva deja al hombre impotente ante la opresión y funda el poder de los opresores. Liberándolo de este miedo radical, Jesús hace al hombre radicalmente libre, dándole la capacidad de entrega generosa y total.


La sentencia de muerte contra Jesús (11, 47-53).
11, 47. Los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron entonces una sesión del Consejo y decían:
-¿Qué hacemos?, porque ese hombre realiza muchas señales.
48. Si lo dejamos seguir así, todos van a darle su adhesión y vendrán los romanos y quitarán de en medio nuestro lugar sagrado e incluso nuestra nación.
49. Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote el año aquel, les dijo:
-Vosotros no tenéis idea;
50. ni siquiera calculáis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo antes que perezca la nación entera.
51. Esto no lo dijo por cuenta propia; siendo sumo sacerdote el año aquel, profetizó que Jesús iba a morir por la nación;
52. y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios dispersos.
53. Así aquel día acordaron matarlo.


EXPLICACIÓN.

47-53. Reunión oficial en ambiente pesimista (47). Señal, hecho que apunta a una realidad superior, que ellos se niegan a reconocer; las señales son liberadoras y ellos, los opresores, las ven como un peligro para su hegemonía (48). Que los hombres pierdan el miedo a la muerte alarma al sistema de poder. Buscan en el terreno político (los romanos) un motivo que justifique su oposición a Jesús: un alboroto mesiánico habría provocado la intervención romana. No se preguntan si Jesús es verdaderamente el Mesías; Dios no entra en sus cálculos.
Caifás (49), el que actúa como jefe del pueblo. Ejerce su función proponiendo una salida: sacrificar a un hombre en beneficio del pueblo. Habla con rudeza, sin respeto al Consejo (no tenéis idea), pero apela al interés corporativo (os conviene) (cf. 2 Sm 17, 2-3) (50): pueblo, los sujetos de la alianza (Éx 19,5); nación, la organización política teocrática, centrada en el templo.
En Israel, el sumo sacerdote había sido instituido para ser intermediario entre Dios y el pueblo. Último mensaje de Dios por su medio (51-52); anuncia ciegamente el designio de Dios, sin comprenderlo. Usan la injusticia para defender el templo y la nación; quieren derramar sangre inocente (cf. Jr 7, 5-7). Queda sellado el rechazo de Jesús: “los suyos no lo acogieron” (1,11). Las palabras de Caifás son profecía: “el pueblo” a que él se ha referido abarcará hombres de otras razas y pueblos. Su distintivo no será la consanguinidad con Abrahán (8,33.37.39), sino la consanguinidad con Dios (los hijos de Dios), por haber nacido de él (1,13) mediante el Espíritu (3,6). Reunir en uno, cf. 10,30; 17,22.33; “lo uno”, “la unidad” son la expresión de Jn para designar el reino de Dios. La muerte de Jesús por el pueblo universal será la de pastor que da la vida para defender a sus ovejas, para darles vida (10,10).
Éxito del discurso de Caifás (53); sentencia unánime. Tienen por padre al Enemigo, homicida desde el principio (8,44).

SÍNTESIS.

El sistema de poder judío identifica la supervivencia del pueblo con la suya propia. Pretende justificar el asesinato de Jesús con el pretexto del bien nacional. Así justifica su oportunismo político y la injusticia que comete. Como institución religiosa, él mismo se destruye, pues deja de ser realidad significativa de la presencia de Dios en la humanidad. La actividad de Jesús a favor de los débiles lo ha interpelado seriamente, pero ahoga la interpelación, intentando eliminar a Dios mismo. Al firmar la sentencia contra Jesús, la institución religiosa deja de existir.


La ciudad de Jesús. (11, 54)
11, 54. Por eso Jesús dejó de andar en público entre los judíos y se fue de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí se quedó con los discípulos.

EXPLICACIÓN.

54. Ante el rechazo definitivo de la institución judía, Jesús va a Efraín, otro nombre de Samaría, el pueblo que lo recibió (4,30.39), y primicia de los pueblos que lo aceptarán (cf. Jr 31,9). Es fuera del mundo judío donde Jesús tendrá su ciudad. Donde está él se asienta su comunidad.

Domingo 3 de abril del 2011. Jn 9,1-41.

CUARTA SECCIÓN: EN JERUSALÉN.
LA LUZ QUE LIBERA DE LA TINIEBLA.
(9,1-10,21)
Curación del ciego. (9,1-12)
9, 1.Al pasar vio Jesús un hombre ciego de nacimiento.
2. Le preguntaron sus discípulos:
-Maestro, ¿quién había pecado, él o sus padres, para que naciera ciego?
3. Contestó Jesús:
-Ni había pecado él ni tampoco sus padres, pero así se manifestarán en él las obras de Dios.
4. Mientras es de día, nosotros tenemos que trabajar realizando las obras del que me envió. Se acerca la noche, cuando nadie puede trabajar.
5. Mientras esté en el mundo, soy la luz del mundo.
6. Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, le untó su barro en los ojos
7. y le dijo:
-Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa “Enviado”).
Fue, se lavó y volvió con vista.
8. Los vecinos y los que antes solían verlo, porque era mendigo, preguntaban:
-¿No es éste el que estaba sentado y mendigaba?
9. Unos decían:
-El mismo.
Otros, en cambio:
-No, pero se le parece.
Él afirmaba:
-Soy yo.
10. Le preguntaron entonces:
-¿Cómo se te han abierto los ojos?
11. Contestó él:
-Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve a Siloé y lávate”. Fui entonces, y al lavarme empecé a ver.
12. Le preguntaron:
-¿Dónde está él?
Respondió:
-No sé.

EXPLICACIÓN.
1-12. Jesús explica su declaración anterior: Yo soy la luz del mundo (8,12), dando vista a un ciego de nacimiento. El ciego, que no conoce la luz (1,4), es figura de los que nunca han podido saber lo que puede y debe ser el hombre. En paralelo con los enfermos de la piscina (5,3), representa a un sector del pueblo oprimido.
Fuera del templo (1: Al pasar). Pregunta de los discípulos (2): en el judaísmo se pensaba que la desgracia era efecto del pecado, que Dios castigaba en proporción a la gravedad de la culpa; los defectos corporales congénitos se atribuían a las faltas de los padres. Jesús rechaza esa concepción (3). Sentido simbólico de la ceguera (cf. 9,40s; Is 6,9s): este hombre representa a los que desde siempre (ni él ni sus padres) han vivido sometidos a tal opresión, que nunca han siquiera vislumbrado lo que significa ser hombre ni, por tanto, lo han deseado. Son otros los culpables de su ceguera. No es un castigo ni Dios es indiferente ante el mal (se manifestarán en él las obras de Dios).
Los discípulos han de asociarse a la actividad de Jesús (tenemos que trabajar), librando al hombre de su impotencia y dándole capacidad de acción. Las situaciones de injusticia son una llamada a colaborar con la acción de Dios. Urgencia (4: mientras es de día): aprovechar la oportunidad. Luz del mundo (cf. 8,12): misión liberadora (Is 42,6ss; 49,6ss).
Jesús pasa a la acción (6). Va a ponerle ante los ojos el proyecto de Dios sobre el hombre. La decisión de obtener la vista quedará en sus manos. El barro alude a la creación del hombre (Gn 2,7; Job 10,9; Is 64,7); se pensaba que la saliva transmitía la propia fuerza o energía vital; Jesús crea el hombre nuevo; compuesto de tierra/carne y saliva/Espíritu de Jesús; le untó su barro en los ojos, le pone ante los ojos su propia humanidad, la del Hombre-Dios, proyecto divino realizado; untar/ungir, en relación con Mesías (Ungido); lo invita a ser hombre acabado, ungido e hijo de Dios por el Espíritu.
Toca al ciego aceptar la luz y optar libremente por ella (7). Segunda piscina, ésta fuera de la ciudad (5,2: dentro de la ciudad), la del agua mansa (cf. Is 8,6s; cf. Jn 5,7: agitación del agua). El ciego ha alcanzado su integridad humana (volvió con vista); ha visto la luz, no a través de una enseñanza, sino gracias a su opción. Ha percibido lo que es el Hombre; la vista adquirida le permitirá distinguir los verdaderos valores de los falsos. Dar vista a los ciegos, símbolo de la liberación de la opresión (Is 29,18ss; 35,5.10; 42,6s).
Perplejidad en la gente (8). Era un mendigo: inmóvil (sentado), impotente, dependiente de los demás. Jesús le ha dado la movilidad y la independencia. La duda sobre la identidad del ciego refleja la novedad que produce el Espíritu; siendo el mismo, es otro (9). Soy yo, palabras que usa Jesús para identificarse él mismo (4,25s; 6,20; 8,24.28.58): nueva identidad del hombre acabado por el Espíritu. Interés por el hecho (10). Se repite el relato de la curación, mostrando su importancia (11); un hombre como él (cf. 9.1). Interés por la persona de Jesús (12): se ha suscitado una esperanza.
SÍNTESIS.
Hay hombres que, sometidos desde siempre a la opresión, no saben siquiera lo que significa la verdadera condición humana. Es misión de Jesús y de los suyos mostrar al hombre la posibilidad de vida plena, más que con palabras, con la realidad que viven y con gestos que realicen la salvación. Es un ofrecimiento gratuito que ha de ser aceptado libremente.

Verificación del hecho e interpretación de los dirigentes.
(9, 13-34)
9, 13. Llevaron a los fariseos al que había sido ciego.
14. El día en que Jesús hizo el barro y le abrió los ojos era día de precepto.
15. Los fariseos, a su vez, le preguntaron también cómo había llegado a ver. Él les respondió:
-Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.
16. Algunos de los fariseos comentaban:
-Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no guarda el precepto.
Otros, en cambio, decían:
-¿Cómo puede un hombre, siendo pecador, realizar semejantes señales?
Y estaban divididos.
17. Le preguntaron otra vez al ciego:
-A ti te ha abierto los ojos, ¿qué piensas tú de él?
Él respondió:
-Es un profeta.
18. Los dirigentes judíos no creyeron que aquél había sido ciego y había llegado a ver hasta que no llamaron a los padres del que había conseguido la vista
19. y les preguntaron:
-¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
20. Respondieron sus padres.
-Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego.
21. Ahora bien, cómo es que ve ahora, no lo sabemos, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, ya es mayor de edad; él dará razón de sí mismo.
22. Sus padres respondieron así por miedo a los dirigentes judíos, porque los dirigentes tenían ya convenido que fuera excluido de la sinagoga quien lo reconociese por Mesías.
23. Por eso dijeron sus padres: “Ya es mayor de edad, preguntadle a él”.
24. Llamaron entonces por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron:
-Reconócelo tú ante Dios. A nosotros nos consta que ese hombre es un pecador.
25. Replicó entonces él:
-Si es pecador o no, no lo sé; una cosa sé, que yo era ciego y ahora veo.
26. Insistieron:
-¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
27. Les replicó:
-Ya os lo he dicho y no me habéis hecho caso. ¿Para qué queréis oírlo otra vez? ¿Es que queréis haceros discípulos suyos también vosotros?
28. Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
-Discípulo de ése lo serás tú, nosotros somos discípulos de Moisés.
29. A nosotros nos consta que a Moisés le habló Dios; ése, en cambio, no sabemos de dónde procede.
30. Les replicó el hombre:
-Pues eso es lo raro, que vosotros no sepáis de dónde procede cuando me ha abierto los ojos.
31. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que al que lo respeta y realiza su designio a ése lo escucha.
32. Jamás se ha oído decir que nadie haya abierto los ojos a uno que nació ciego;
33. si éste no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada.
34. Le replicaron:
-Empecatado naciste tú de arriba abajo, ¡y vas tú a darnos lecciones a nosotros!
Y lo echaron fuera.

EXPLICACIÓN.
13-34. Los fariseos, enemigos de Jesús (7,47; 8,13) (13). Para Jesús no cuentan los preceptos de la Ley (14). Interrogatorio (15): a los fariseos no les interesa el hecho ni se alegran por él, quieren saber el cómo, para ver si ha habido infracción de la Ley. División de opiniones (16): un grupo toma como criterio de juicio la observación de la Ley (no guarda el precepto); otro parte de los hechos y descubre en ellos el poder de Dios (señales). Opinión del hombre (es un profeta) (17): no ha descubierto toda la realidad de Jesús, pero afirma que su actividad es de Dios (cf. 4,19).
Ahora los dirigentes, que incluyen a los fariseos (18). Ante el insoluble problema se refugian en la incredulidad. No quieren ver el hecho, que derriba los fundamentos de su sistema teológico. Doble pregunta a los padres (19): si su hijo nació ciego y, en caso afirmativo, cómo ha recobrado la vista; oculta esperanza de que el hecho sea falso. Los padres afirman el hecho que saben (20); los padres tienen miedo, el hijo no va a tenerlo (21); mayor de edad (21.23), capaz de hablar con libertad: la madurez dada por el Espíritu (cf. 6,10: “hombres adultos”). Presión de los dirigentes sobre el pueblo para evitar la adhesión a Jesús (22-23).
Ante la imposibilidad de negar el hecho, recurren a su autoridad doctrinal (24) y definen que la acción de Jesús es contraria a Dios (pecador). Quieren evitar el testimonio del hombre a favor de Jesús, que desprestigiaría a su institución. Intentan que reniegue de Jesús, pero él, con la nueva vida que experimenta, se niega a someterse. El hombre no se mete en cuestiones teológicas; opone el hecho a la teoría (25). Intranquilidad de los dirigentes (26). Réplica (cf. Is 42,8: “Sordos, escuchad y oíd”). Pregunta irónica (¿queréis haceros discípulos suyos?).
La violenta reacción (28) muestra que la pregunta ha tocado en lo vivo. Están intentando rechazar la evidencia. Se refugian en el pasado (Moisés); optan por la Ley sin amor y en contra del amor fiel (1,17). No quieren leer directamente la realidad, donde se manifiesta el amor de Dios; la miran a través de una ideología rígida que la deforma. Quieren denigrar la persona de Jesús (no sabemos de dónde procede) (29). Los que exaltan la liberación antigua (Moisés) se oponen a la nueva. El hombre ridiculiza el argumento de los dirigentes (30-33). Su dicho es irrebatible; los dirigentes, acorralados, pasan al insulto (cf. 7,52) (34); soberbia (a nosotros). El hombre debería cegarse de nuevo para darles la razón. Sigue la violencia (y lo echaron fuera); el hombre que ha tenido la experiencia de vida es un obstáculo para su dominio.
SÍNTESIS
Los representantes del poder religioso-político se encuentran desconcertados ante la obra de Jesús, que echa abajo su teología. Reacción típica: después del impacto inicial, quieren neutralizar el hecho. Pretenden negar su existencia; al no poder hacerlo, recurren a su autoridad doctrinal para definir que lo que el hombre experimenta como bien y como vida es contrario a lo que Dios quiere. Aferrados a su ideología niegan la evidencia e invierten los valores, llamando al bien mal y al mal bien. Detrás de la ideología está su situación de privilegio, que defienden a toda costa. Al fracasar la coacción moral, recurren a la violencia, que muestra su irracionalidad y su mala voluntad.

Encuentro de Jesús con el hombre.
(9, 35-38)
9, 35. Se enteró Jesús de que lo habían echado fuera, fue a buscarlo y le dijo:
-¿Das tu adhesión al Hombre?
36. Contestó él:
-Y ¿quién es, Señor, para dársela?
37. Le contestó Jesús:
-Ya lo has visto; el que habla contigo, ése es.
38. Él declaró:
-Te doy mi adhesión, Señor.
Y se postró ante él.

EXPLICACIÓN.
35-38. Jesús no abandona al que ha sido fiel a la nueva visión de sí mismo y del mundo (35). Con su pregunta va a acabar la labor de iluminación que había comenzado. El Hombre se identifica con el modelo de hombre que Jesús le puso ante los ojos con su barro (9,6), la imagen de su misma persona, que descubría al ciego una nueva condición humana que antes desconocía. Jesús le pregunta si mantiene su adhesión al ideal que ha visto. El hombre no sabía que ese ideal estuviera realizado (36) y desea identificar al que lo realiza. Jesús se revela a él (37). Adhesión personal (38), se postra: expulsado de la institución judía, encuentra en Jesús el nuevo santuario (2,19-21), donde brilla la gloria/amor del Padre; es un adorador de los que el Padre busca (4,23).