[13]Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor? Sólo sirve para tirarla y que la pise la gente.[14]Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte.[15]No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa.[16]Brille igualmente vuestra luz ante los hombres, de modo que al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre del cielo.
EXPLICACIÓN.
La sal, factor de incorruptibilidad, símbolo de la permanencia de la alianza (Lv 2,13; Nm 18,19; 2 Cr 13,5): La luz, la gloria o esplendor de Dios que había de brillar sobre Jerusalén (Is 60,1-3). Los discípulos son la nueva ciudad santa donde Dios habita (cf. 27,53). La gloria se manifiesta en su modo de obrar (5,7-9), en el que los hombres reconocen a Dios como Padre.
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