viernes, 6 de mayo de 2011

DOMINGO 29 DE MAYO DEL 2011. Jn 14,15-21.

Dios en la nueva humanida

14, 15. Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos;
16. yo, a mi vez, le rogaré al Padre y os dará otro valedor que esté siempre con vosotros,
17. el Espíritu de la verdad, el que el mundo no puede recibir porque no percibe ni lo reconoce. Vosotros lo reconocéis, porque vive con vosotros y demás estará con vosotros.
18. No os voy a dejar desamparados, volveré con vosotros.
19. Dentro de poco, el mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque de la vida que yo tengo viviréis también vosotros.
20. Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.
21. El que ha hecho suyos mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y al que me ama mi Padre le demostrará su amor y yo también se lo demostraré manifestándole mi persona.



EXPLICACIÓN.

15-21. Quien no ama a Jesús no puede amar a los demás (15). Por primera vez menciona Jesús el amor de sus discípulos a él: la adhesión a su persona y obra se convierte en un impulso de identificación con él. Por ella, los mandamientos pierden todo carácter de imposición; son la exigencia del amor. Cumplirlos significa ser como Jesús, y a esto lleva espontáneamente la fuerza interior del Espíritu. No se trata de la obediencia de los discípulos a normas externas, sino de la expansión exterior de la sintonía con Jesús. Se conserva el término mandamiento para oponer los de Jesús (los mandamientos míos, enfático) a los de la Ley antigua. “El mandamiento nuevo” (13,14) expresaba la actitud del discípulo, creando la solidaridad del amor. “Los mandamientos suyos”, cuyo contenido nunca se explicita, son las exigencias de actuación que las circunstancias presentan al amor de los discípulos. En “el mandamiento” habla Dios en el interior del discípulo; en “los mandamientos” le habla desde la realidad histórica.
La comunidad recibe el Espíritu a través de Jesús (16-17). Valedor, el que ayuda en cualquier circunstancia; dentro de la comunidad, mantiene vivo e interpreta el mensaje de Jesús (26). En el enfrentamiento de la comunidad con el mundo, da seguridad a los discípulos y los guía, interpretándoles los acontecimientos. El Espíritu será otro valedor, toma el puesto de Jesús; de la verdad, por ser él la verdad y comunicarla. El término “verdad” significa también “fidelidad/lealtad” (cf. 4,24) y tiene relación con el amor (1,14). De hecho, la verdad es la vida (1,4), que es el amor. Da libertad al hombre, pues la verdad hace libres (8,31s); él continuará el proceso de liberación. El mundo, el sistema de poder, es la mentira institucionalizada que llega al homicidio (8,44); es incompatible con el Espíritu. Los discípulos tienen experiencia del Espíritu en Jesús, pero será mayor en el futuro, cuando lo reciban ellos mismos.
La ausencia de Jesús no será definitiva (18-19). Después de su muerte, Jesús no se manifestará al mundo, pero sí a los discípulos. Éstos participarán de su vida al participar de su Espíritu.
Aquel día (20), cuando Jesús se haga presente a su comunidad después de su muerte, El efecto de la comunicación de la vida /Espíritu será la experiencia de identificación con Jesús y con el Padre. Comunión de vida entre Dios y los hombres, que constituyen un núcleo de donde irradia el amor.
De su relación y la del Padre con la comunidad pasa Jesús a la que establecen con cada miembro de ella (21). Su comunidad no es gregaria, ni su Espíritu uniforma. Cada uno es responsable de su modo de obrar. La actividad en favor del hombre (mis mandamientos) es lo único que da realidad al amor a él (cf. 15). La semejanza con Jesús, efecto de ese amor, provoca una respuesta de amor de parte del Padre. La respuesta de Jesús es su manifestación personal; en ella se revela el Padre (14,9).

El Espíritu es el amor y lealtad, la gloria (1,14 y 32; 1,17 y 7,39). En cuanto el amor se formula para proclamarlo, se le llama “mensaje”; en cuanto es fuerza de vida, “Espíritu”; en cuanto es norma de conducta “mandamiento”; en cuanto se hace visible y hace presente a Dios, se le llama “gloria”. Jesús está presente con su Espíritu (fuerza y actividad del amor).

SÍNTESIS.

Cambia el concepto antiguo de Dios y el de la relación del hombre con él. Se concebía a Dios como una realidad exterior al hombre y distante de él; la relación con Dios se establecía a través de mediaciones, en primer término, la de la Ley, de cuya observancia dependía el favor divino. Dios reclamaba al hombre para sí; éste aparecía como siervo. El mundo quedaba en la esfera de lo profano.
En la exposición que hace Jesús se describe la venida del Espíritu de Jesús y del Padre. Con esta imagen especial se significa el cambio de relación entre Dios y el hombre. La comunidad y el individuo se convierten en morada de la divinidad, el hombre en santuario de Dios. De esta manera Dios “sacraliza” al hombre y, a través de él, a toda la creación. No hay ya, pues, ámbitos sagrados donde Dios se manifieste fuera del hombre mismo. Esta “sacralización” produce al mismo tiempo una “desacralización”, suprimiendo toda mediación de “lo sagrado” exterior al hombre.
Dios se asemeja a una onda en expansión que comunica vida con generosidad infinita. No quiere que el hombre sea para él, sino que, viviendo con él, sea como él, don de sí, amor absoluto. Al hombre toca aceptar ese amor e incorporarse a esa fuerza que tiende a expansionarse en continuo don.Dios no es el rival del hombre. No lo ha creado para reclamarle luego su vida como tributo y sacrificio. No absorbe ni disminuye al hombre, lo potencia. No puede el hombre

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