domingo, 3 de julio de 2011

Sábado 9 de julio del 2011. Mt 10,24-33.

24 Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo.
25 Ya le basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo. Y si al cabeza de familia le han puesto de mote Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!
26 Conque no les cojáis miedo, porque nada hay cubierto que no deba descubrirse ni nada escondido que no deba saberse;
27 lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea.
28 Tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; temed si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.
29 ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo caerá al suelo sin que lo sepa vuestro Padre.
30 Pues, de vosotros, hasta los pelos de la cabeza están contados.
31 Conque no tengáis miedo, que vosotros valéis más que todos los gorriones juntos.
32 En conclusión: Por todo el que se pronuncie por mí ante los hombres, me pronunciaré también yo ante mi Padre del cielo,
33 pero al que me niegue ante los hombres, lo negaré yo a mi vez ante mi Padre del cielo.

EXPLICACIÓN.

La suerte del discípulo es la del maestro, (5,11s). Desarrolla la última bienaventuranza (26,31). No hay que amedrentarse ni puede ocultarse el mensaje. Los hombres pueden suprimir la vida física, pero no la persona (28, cf. 10,22). Confianza en el Padre (29-31, cf. 5,10b; tienen a Dios por rey; 6,25-34). De la postura que tome el discípulo ante los hombres depende su suerte final (32s).

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