viernes, 4 de marzo de 2011

DOMINGO 6 DE MARZO DEL 2011. Mt 7,21-27.

[21]No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo.[22]Cuando llegue aquel día, muchos me dirán: ¡Señor, Señor! ¿No hemos profetizado en tu nombre? ¿No hemos expulsado demonios en tu nombre? ¿No hemos hecho milagros en tu nombre?[23]Y yo entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, vosotros que hacéis el mal.[24]Así pues, quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca.[25]Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca.[26]Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre sin juicio que construyó su casa sobre arena.[27]Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa y ésta se derrumbó. Fue un derrumbamiento terrible.

EXPLICACIÓN.

De nuevo el primado de las obras sobre las palabras. Pero, más allá de las obras, Jesús juzga las intenciones. Lo extraordinario carece de valor (22-23) si no nace del amor ni tiende a construir el reino de Dios. Parábola final (24-27): se contrapone el llevar o no a la práctica la enseñanza escuchada. La casa, el hombre mismo. El éxito de su vida en medio de las dificultades se basa en un proceder acorde con el mensaje de Jesús, cuyo punto culminante han sido las bienaventuranzas.

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