viernes, 3 de junio de 2011

Jueves 23 de Junio de 2011. Mt 7,21-29.

21 No basta decirme: "¡Señor, Señor!", ¡si hemos profetizado en tu nombre y echado demonios en tu nombre y hecho muchos prodigios en tu nombre!"
23 Y entonces yo les declararé: "Nunca os he conocido. ¡Lejos de mí los que practican la iniquidad!
24 En resumen: Todo aquel que escucha estas palabras mías y las pone por obra se parece al hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
25 Cayó la lluvia, vino la riada, soplaron los vientos y arremetieron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada en la roca.
26 Y todo aquel que escucha estas palabras mías y no las pone por obra se parece al necio que edificó su casa sobre la arena.
27 Cayó la lluvia, vino la riada, soplaron los vientos, embistieron contra la casa y se hundió. ¡Y que hundimiento tan grande!
28 Al terminar Jesús este discurso, las multitudes estaban impresionadas por su enseñanza,
29 porque les enseñaba con autoridad, no como sus letrados.

EXPLICACIÓN.

De nuevo (24-23) el primado de las obras sobre las palabras. Pero, más allá de las obras, Jesús juzga las intenciones. Lo extraordinario carece de valor (22-23) si no nace del amor n tiende a construir el reino de Dios. Parábola final (24-27): se contrapone el llevar o no a la práctica la enseñanza escuchada. La casa, el hombre mismo. El éxito de su vida en medio de las dificultades se basa en un proceder acorde con el mensaje de Jesús, cuyo punto culminante han sido las bienaventuranzas. Asombro de las multitudes (28, cf. 4,25). Jesús no se apoya en la tradición, como los letrados (29), habla con autoridad propia.

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