viernes, 3 de junio de 2011

Viernes 24 de Junio del 2011. Lc 1,57-66,80

57 A Isabel se le cumplió el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo.
58 Sus vecinos y parientes se enteraron de lo bueno que había sido el Señor con ella y compartían su alegría.
59 A los ocho días fueron a circuncidar al niño y empezaron a llamarlo Zacarías, por el nombre de su padre.
60 Pero la madre intervino diciendo:
- ¡No!, se va a llamar Juan.
61 Le replicaron:
- Ninguno de tus parientes se llama así.
62 Y por señas le preguntaban al padre cómo quería que se llamase.
63 El pidió una tablilla y escribió: "Su nombre es Juan", y todos quedaron sorprendidos.
64 En el acto se le soltó la lengua y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
65 Toda la vecindad quedó sobrecogida; corrió la noticia de estos hechos por toda la sierra de Judea
66 y todos los que lo oían los conservaban en la memoria, preguntándose:
- ¿Qué irá a ser este niño?
Porque la fuerza del Señor lo acompañaba.

80 El niño crecía y su personalidad se afianzaba; y estuvo en el desierto hasta el momento de presentarse a Israel.

EXPLICACIÓN.

Alegría compartida por el nacimiento de Juan (57s: cf. 1,14), como por el nacimiento de Isaac (Gn 21,6-8).

El nombre de Juan, ruptura con la tradición familiar (61). Se cumple la promesa y cesa el castigo (64); la bendición se expresará en el cántico (68ss). Se ve en estos hechos una intervención divina (65s).

Infancia de Juan (80). Vida solitaria, sin trato con los hombres. Su presentación a Israel estará motivada por un oráculo divino (3,2). El contacto de Juan con la secta de los esenios no pasa de ser una conjetura.

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