domingo, 7 de febrero de 2010

24 DE ENERO DEL 2010. Lc 1, 1-4; 4,14-21

La obra de Lucas consta de dos partes, el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. La enseñanza y actividad de Jesús en el Evangelio permite enjuiciar las tendencias existentes en la Iglesia primitiva que aparecen en Hechos.
Prólogo del Evangelio (1,1-4): Supone la existencia de evangelios anteriores (entre ellos el de Mc, utilizado por Lc), escritos conforme a una tradición viva en la comunidad cristiana (nos transmitieron), procedente de los testigos oculares que fueron reconocidos como depositarios auténticos del mensaje. El hecho de haberse decidido a investigarlo todo de nuevo y con rigor revela que las “exposiciones” precedentes no respondían plenamente a las circunstancias de la comunidad de Lucas y, posiblemente, que algunas de ellas eran tendenciosas. Escribir de forma conexa, exponer el desarrollo de los hechos poniendo de relieve la secuencia lógica de los acontecimientos. Teófilo, “el querido por Dios”, representa probablemente a la comunidad a la que Lc se dirige. Propósito de Lc: confirmar la autenticidad del mensaje recibido.
Lc 4,14-21. Jesús, portador del Espíritu. Primera actividad, la enseñanza. Éxito: aceptación entusiasta en Galilea (14s). Escena programática en Nazaret, en contraste con el resto de Galilea. Nazaret representa los círculos nacionalistas fanáticos del pueblo judío. Conocían a Jesús y esperan que compartan sus ideales.
Según su costumbre (16) remite a su enseñanza (15): va a exponer en Nazaret lo mismo que en el resto de Galilea, pero va a encontrarse con el fracaso. Toma la iniciativa; él mismo busca el pasaje de Is 61,1s (18s), que se interpretaba en sentido mesiánico (profeta-Mesías). Combinando textos (incluye Is 58,6: a poner libertad a los oprimidos), describe Lc la misión liberadora de Jesús, el Ungido por el Espíritu. En primer lugar, anunciar a los pobres el fin de su condición miserable (cf. 1,51-53; 2,10s); cautivos, ciegos, los oprimidos (1,79; Is 9,1s; 29,18ss; 35,5; 42,7; 60,1ss). Alusión al año jubilar (19: el año favorable del Señor), en que se cancelaban las deudas y se ponía en libertad a los esclavos (Lv 25); el antiguo uso se convierte en símbolo de liberación. Relación del pasaje con los cánticos del Servidor (Is 42,1.7), antítesis de la violencia y del nacionalismo particularista (Is 42,4; 49,6; 51,4) y que libera con su pasión y muerte (Is 52,13-53,2). Se explica así la omisión intencionada (20: enrolló el volumen, cortando el pasaje) del final de Is 61,2: “el día del desquite del Señor nuestro Dios”, referido a la victoria sobre los paganos, y de su aplicación a Sión (Is 62,3). Se sentó, postura del maestro.
Tensa expectación (20), la lectura del texto mutilado, presentación programática, espera una explicación. En su pueblo había tenido aceptación (2,52), por pensarse que era hijo de José (3,23); ha llegado ahora acompañado de una nueva fama (4,14), por propia iniciativa ha leído un texto clásico de la expectación mesiánica, pero omitiendo el final. Jesús comienza el discurso aplicándose a sí mismo el pasaje del profeta: él es el Mesías liberador, se abre la era de la salvación, pero ésta es universal, no excluye a los paganos (21).

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